Mi gran amor Marga

 Cuando la hoja del hayedo marchita al suelo caía en un día para conmemorar a Nuestros seres más queridos llego a mi vida, una bella y hermosa flor de primavera, con pétalos de azucena y de nombre margarita, mire a sus ojos, de aquel dulce tono café, como aquel que tomamos sentados los dos en forma de corazón mientras acariciaba su mano, la miraba y ella sonreía, una sonrisa que disfrazaba un rostro lleno de temor pero a la vez inquietud por aquel desconocido cuyo fin eras tú, por un gran amigo en común al haberte conocido mi vida cambió y aprendí el valor de sentirme amado y querido de tu bondad y pasión. Nuestras vidas se cruzaban como si estuviesen destinadas a encontrarse algún día, nuestros caminos eran sendas trazadas por una especie de ingeniero como si fuera su deseo o su afán de destinarnos, en mis brazos encontré a esta hermosa mujer tan liviana que yo alzo hacia el cielo mientras me rozan sus cabellos terciopelo y sus pestañas mi piel, con dulce voz de niña cuando sus ojos me guiña ampliando un horizonte más allá de la percepción de dónde sale el sol y se pone en un ocaso de nubes rosadas entre los mares de incertidumbre que me azotan los miedos ante un futuro venidero que solo crean nuestros pasos al caminar hacia el, Marga es el nombre de la flor, de la mujer que siempre soñé que valorase mi talento y en todo momento me hace sentir bien, el propósito de vida el objetivo final ser feliz en la eternidad a tu lado aquí en la tierra y en el más allá

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